/Que me digas “tengo ganas”
en un mensaje inesperado,
de a ratos,
distante en el tiempo,
cuando te acuerdes
o cuando me recuerdes,
para mi está bien,
me conforma.
/Yo también tengo ganas
a veces, pocas
cada vez menos,
porque tampoco es que me alejo tanto
si no somos una obligación,
solo somos un instante.
/Me gusta estar bajo la luna
de tu cielo
en tu patio,
sobre tu pecho;
solo algunas noches,
como una luz
que aparece de repente,
y se va…
tibia y fugaz.
/Está bien que nos besemos
en otro lugar que no sean nuestras camas.
Esos sitios de costumbre y curiosidad,
grabadas con perfumes,
sueños olvidados, humo forzado,
por la resistencia y algún anhelo,
y esos besos buscados
con el rol de solo estar,
porque no pueden quedarse
si no hay magnetismo.
Ese lado del universo
tan deseado y extraño,
que no se escribe en otra mirada,
en otro corazón,
ni siquiera de a ratos.
/Tenemos ganas de estar,
de sentirnos puros en la piel y nada más.
Compartir y entregarnos es lo nuestro
y no esperemos más que eso.
Un sentido infinito,
entero y roto,
que de a ratos
se llena de ganas.
.
Mente fértil gc